Los 8 trastornos más extraños

Los 8 trastornos más extraños

Hoy se me ha ocurrido que os podría gustar un post que hablara de trastornos raros, supongo que por las veces que la gente me ha preguntado cuál de todos los que conozco o he visto alguna vez, me ha parecido el mas peculiar. Obviamente, por su condición de rareza, se deduce lo infrecuente que es encontrarlos en la consulta de un psicólogo.

En todo caso y por su naturaleza extraordinaria y a veces romántica, es fácil que permanezcan en la memoria una vez se estudian.

Además, gracias a la psicopatología y al DSM, tenemos abundante información sobre estas respuestas psicológicas, por si llegado el caso, los profesionales debemos contender con ellas.

Demos un repaso entonces a los que yo considero las ocho más llamativas, bien por sus visos digamos, “cinematográficos”, o por lo curioso de los criterios diagnósticos.

Síndrome de Stendhal

Si tuviera que elegir la rareza psicológica más “bella” de todas, sin duda sería esta.

Una reacción que es producida por la visión de algo que es considerado extraordinariamente hermoso, normalmente de una obra de arte, o de un paisaje.

Su síntoma más característico es, lo que yo denominaría (literalmente), “flipar de gozo”.

La procedencia del nombre se explica porque allá en el año 1817, Henri-Marie Beyle (el autor francés conocido como Stendhal), visitando Florencia y según él mismo relató, sufrió tal shock con la contemplación de las obras de arte y de la arquitectura de la ciudad, que apenas pudo seguir caminando.

En homenaje a la descripción que el escritor hizo en uno de sus libros, los médicos bautizaron a este curioso síndrome con su mismo nombre.

En el siguiente vídeo se muestra a alguien que al tiempo que graba un arcoíris doble, se graba a sí mismo y sin conciencia de estar haciéndolo, en plena apoteosis del síndrome Stendhal.

Muy simpático. Os hará sonreír.

Erotomanía

La erotomanía es un trastorno consistente en amar a una persona, (normalmente de una clase social superior), en la convicción absoluta y delirante, de ser correspondido por ella, cuando en realidad, no sucede así.

Se da generalmente en mujeres mayores de 30 años, con aislamiento social y rasgos paranoides, que además tienen con bastante frecuencia, algún tipo de inhibición sexual.

El tratamiento con antipsicóticos no llega a solucionar el trastorno, ya que a la paciente le resulta muy difícil reconocer completamente su delirio.

Aunque la persona objeto de su amor, sea indiferente a ella, y en muchos casos completamente ajena a los sentimientos de entrega y amor apasionado que le profesa, la erotomaníaca no renuncia nunca a esa relación que vive y alimenta intensamente en su imaginación.

Aquí tenéis el tráiler de una película con esa temática, y con la genial Audrey Tautou como protagonista:

Síndrome de Koro

Este trastorno se da en personas chinas, indias, o del sudeste asiático. (En su mayoría hombres y excepcionalmente en mujeres).

Se caracteriza por la creencia infundada de que el propio pene se encoge y repliega hasta ir introduciéndose en el abdomen, causando la muerte.

En el caso de las mujeres, la creencia se centra en la vulva o en el pecho, con un efecto de retracción idéntico, y consiguiente peligro para la propia vida. Se cree que por estar tan localizado a nivel geográfico es un trastorno relacionado con la cultura oriental.

Síndrome de Cotard

Si el primero de los síndromes descritos en este post me parecía simpático, este otro me parece de los más dramáticos; aunque por fortuna, se trata de una patología sumamente infrecuente. Consiste en una creencia por parte de la persona que lo sufre, de que en realidad, (y a pesar de la opinión de sus médicos o allegados), su cuerpo está muerto.

Incluye por tanto, ideas que acompañarían a este hecho, como que es un cadáver que puede moverse, que no tiene sangre, o que sus órganos internos se están pudriendo. Al principio de su descubrimiento, fue llamado por Jules Cotard, “el delirio de negación”, por tratarse fundamentalmente de negar de manera sistemática la propia vida.

La exitosa serie “walking dead”, o la figura de terror de los populares “zombies”, se corresponde con la idea delirante central de este síndrome . Michael Jackson también contribuyó a popularizarlos con su mítico video clip “Thriller”:

Aquí podréis ver el trailer de la película «Tanatomorphose», que escenifica este angustioso trastorno:

Síndrome de París

Este síndrome es una condición que de nuevo afecta exclusivamente a una parte de la población oriental: Solo afecta a algunos turistas japoneses que visitan París.

Cada año, más de una decena de casos se registran en el padecimiento de este trastorno, razón por la que, una vez diagnosticados, son repatriados de inmediato a su país natal.

Lo que les ocurre podría describirse como una impactante “decepción cultural”, ya que según se cree, los japoneses esperan encontrarse a una ciudad idílica, topándose en su lugar, con una bulliciosa metrópolis que nada tiene que ver con sus expectativas. Es tal la desilusión que les produce, que finalmente entran en depresión, con síntomas tan evidentes como alucinaciones, sensación de persecución, de ser agredidos, ansiedad, taquicardias o sudores fríos.

Un dato curioso es que la embajada japonesa ha puesto a disposición de los turistas que padezcan este trastorno una línea telefónica con atención las 24 h, para facilitar en aquellos casos en que sea necesario, un tratamiento de emergencia y hospitalario.

Lo que cabe preguntarse aquí, es porque este choque cultural no se produce a la inversa. Es decir, porque un español, o un parisino, no ha sufrido nunca este trastorno, aunque se encuentre un Japón diferente al que se nos ha acostumbrado en el cine. Quizá la educación nipona ( y esto es solo una suposición), sea menos permeable a la diversidad.

Licantropía

Esta es una enfermedad psicológica que se remonta a épocas mágico-religiosas. El paciente entra en una especie de trance durante el cual cree ser un animal y se comporta como tal. Por lo general, las personas se identifican con lobos, perros, o animales peligrosos; sin embargo, otros lo hacen con gatos, pájaros, cisnes, sapos e incluso abejas. Spiderman, Batman, o Catwoman, serían licántropos en el mundo real.

Esta enfermedad suele empezar durante la época adolescente y es catalogada por algunos como una variante de la esquizofrenia y, por otros, como un cuadro maníaco.

Trastorno de la Identidad de la Integridad Corporal

Se centra en la alteración de una parte específica del cuerpo, siendo percibido por la persona que sufre el trastorno como una parte indeseada y anormal. Por ese motivo, quien padece este desorden desea amputarse esa parte del cuerpo, y aunque entienden que se encuentre en perfecto estado de salud según la medicina, la sienten como superficial e indeseable.

A pesar de la gravedad de la sintomatología, las personas que tienen este padecimiento no presentan patologías neurológicas, ni enfermedades mentales que puedan asociarse con la afección, salvo un estado de profundo estado de malestar al considerar que esa parte de su anatomía, (por ejemplo el brazo o la pierna), son totalmente ajenos a ellos.

Cuando los cirujanos se niegan a hacer estas intervenciones, (ya que ningún profesional de la medicina está autorizado a amputar un miembro sano), los pacientes aquejados por TIIC, se producen infecciones, o se cercenan ellos mismos, sabiendo exactamente por donde producirse el corte.

Si hay alguna parte un poco menos dura y algo más amable de este duro trastorno, es que una vez se “libran” del miembro indeseado, los pacientes se redimen de su angustia, sintiéndose satisfechos y con el convencimiento de haber terminado con el origen de su sufrimiento.

Aquí podéis ver varios casos de este raro y dramático trastorno:

Venustrafobia

También llamado Caliginefobia, consiste en un miedo injustificado y desproporcionado a las mujeres hermosas.

Es una fobia que mayoritariamente se produce en los hombres. No se trata de ninguna broma, pues quienes la sufren presentan los mismos síntomas que cualquier otra fobia. Hay algunos casos, en los que también se desencadena tan solo observando fotografías o mirando películas en los que aparezcan mujeres bonitas.

El origen, puede explicarse por algún trauma que se encuentre directa o indirectamente relacionado con una mujer atractiva.

REFLEXIÓN FINAL

Me gustaría acabar este “top eight”, con una reflexión en relación a la diagnosis y al sistema de clasificación del DSM, (Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales ).

En mi opinión, es excesivo que buena parte de los comportamientos que no son frecuentes en nuestra sociedad sean etiquetados como patológicos y considerados trastornos, ( y por ende sean estigmatizados socialmente); cuando el simple hecho de ubicarlos en distinto contexto histórico o social, los convertiría en simples reacciones naturales, inocuas, o como mucho, con ciertas pinceladas de excentricidad.

Lo que hace poco se llamaba un “loco”, o ahora más sutilmente un demente, en la historia medieval podía ser considerado un poseído, un brujo, o alguien con capacidades sobrenaturales. De hecho, la concepción sobre la naturaleza esotérica de ciertas actitudes y conductas se mantuvo hasta Hipócrates, quien señaló el origen de los trastornos mentales con una base biológica.

En definitiva, lo que creo relevante no es en modo alguno la etiqueta diagnóstica, ni si el sistema de salud mental patologiza y medicaliza determinadas formas de ser, de expresarse, o de mostrarse ante el mundo.

Lo prioritario para el mundo de la salud mental, no tendría que ser buscar o perfeccionar el perfil de esta o aquella patología. Por el contrario, nuestra labor debe centrarse en trabajar estrategias individualizadas que posibiliten la autonomía y adaptación de cada persona, independientemente de su inclusión o no en el DSM. La razón última es trabajar para el alivio de cualquier dolor emocional que interfiera en el desarrollo de la vida diaria, a partir de un tratamientos lo más personal que sea posible diseñar; sin olvidarnos nunca de que cada ser humano debe ser tratado como un ser único, y que encasillarlo en una categoría diagnóstica, de personalidad, o de inteligencia, supone en todos los casos, un inevitable sesgo, ya que todos somos irrepetibles en nuestra idiosincrasia, y nos  encontramos a lo largo de toda la vida, en continuo crecimiento y evolución.